Sunday, October 14, 2007

Chile



Investigadores del Centro de Estudios Científicos de Valdivia (CECS) realizan, desde un avión de la Armada especialmente equipado, mediciones del espesor de los glaciares.
Por Richard García / El Mercurio / GDA
Las temperaturas medias aumentarán, la superficie de los glaciares disminuirá. Lloverá menos, salvo en el altiplano del norte y en los verdes paisajes de la zona austral. ¿Qué harán los chilenos si el país vive esto para el año 2050?
Tendrán que acostumbrarse a un nuevo territorio. Luego del último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), pocos ponen esto en duda.
El respaldo científico a estos estudios ha sido fundamental para que el país entero tome en serio el asunto. El Estado trabaja una política eje de la agenda nacional. Pero el tema implica demasiados factores. La Comisión Nacional de Medio Ambiente (Conama) ha encargado catastros y modelos, y trabaja en la elaboración de un plan de acción.
Uno de los más importantes, el Estudio de la Variabilidad Climática para Chile en el Siglo XXI (www.conama.cl/portal/1301/articles-39442_pdf_Estudio_texto.pdf), se lo encargó la Conama al Departamento de Geofísica de la Universidad de Chile. Entrega escenarios espantosos y también benignos.
Considera una configuración de dos escenarios para el siglo XXI, especialmente entre 2070 y 2100. Uno moderado, con aumentos de temperatura del orden de 1 a 3 grados, y otro severo, con incrementos de 2 a 4 grados. El Centro de Agricultura y Medio Ambiente de la Universidad de Chile imagina los dos escenarios en su informe “Chile, perspectiva del cambio climático en 40 años (2040)” (www.fia.cl/temas/cc-periodistas.pdf).
Menos nieve
Desde luego, las fotografías de la cordillera de los Andes se verán menos apoteósicas, porque el límite inferior de las nieves subirá, en la zona central del país, entre 300 y 500 metros. Pero esto tiene consecuencias graves: habrá menor capacidad para acumular nieve, más escurrimiento en invierno y menos en verano, y un aumento de los torrentes de los ríos, con mayor probabilidad de inundaciones.
El nivel del mar no subirá más de 14 a 28 centímetros. Y no se ha calculado qué poblaciones podrían verse afectadas.
Los agricultores tendrán que ajustarse. Faltará agua de riego. “Al retirarse los glaciares, la reserva del recurso, especialmente en períodos de sequía, será menor”, dice el bioclimatólogo Juan Manuel Uribe.
Habrá probablemente que migrar al sur las plantaciones forestales exóticas sedientas, como el pino insigne, disputando territorio con zonas ricas en bosque nativo. En cambio, algunos frutales, como las naranjas y las uvas, aumentarán su producción y área de cobertura. Y nuevos frutos, propios de climas subtropicales como el mangó y la papaya, encontrarán un lugar acogedor en el norte chileno.
Impactadas la flora y la fauna
La biodiversidad también sufrirá un fuerte impacto. El informe divulgado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) en abril sobre el cambio climático advertía que el fenómeno podría traer la desaparición de maravillas planetarias como el bosque valdiviano de Chile. En este ecosistema forestal templado subsisten alerces de hasta 3 mil años de antigüedad (los segundos más ancianos del planeta) y 100 metros de alto.
El aumento de la temperatura media impactaría en la flora y fauna de los ambientes de alta montaña, sostiene la bióloga María Isabel Manzur, de la Fundación Sociedades Sustentables. Peces, anfibios y lagartos nativos serían los más afectados en los ríos y humedales. “Con menos humedad es probable que se sequen algunas fuentes de agua temporales”, dice.
La investigadora prevé una masiva migración de especies de norte a sur en busca de condiciones térmicas más adecuadas, ya que se verán afectados sus tiempos de reproducción. Y aquí, dice, será fundamental la creación de corredores de biodiversidad, que comuniquen áreas protegidas entre sí.
Según advierte el físico Eduardo Sanhueza, delegado nacional ante las negociaciones de la Convención de Cambio Climático y el Protocolo de Kyoto, “el país podría no sólo verse afectado físicamente por el fenómeno, sino también económicamente”, ya que los países desarrollados podrían poner trabas aduaneras respecto del costo ambiental detrás de la producción de un bien, la llamada “huella ambiental”. Se ha puesto de moda en los países desarrollados que resulta ambientalmente más sano preferir los productos locales frente a los que se importan desde largas distancias, lo que perjudicaría el comercio internacional de países como Chile.
El vicedecano de la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, Patricio Aceituno, asegura que en comparación con el resto del mundo los impactos en Chile serán de menor magnitud. Gran responsable de ello es el océano Pacífico. “El mar demora mucho más en reaccionar frente a un forzamiento climático. El cambio de temperatura es más lento que sobre el continente y eso produce un efecto de mitigación”, explica. Incluso asegura que en la costa de Arica a Concepción hay evidencia de una disminución de la temperatura hasta ahora.
Aceituno también avizora que el clima podría tornarse en un recurso apetecido y que grandes productores agrícolas del hemisferio norte que vean afectados sus cultivos podrían buscar otras regiones donde el impacto del cambio climático sea menor para trasladar su negocio.

1 comment:

Anonymous said...

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