Sunday, October 14, 2007

México deja morir sus manglares

Cada año, México pierde 22 mil hectáreas de manglares a consecuencia de desarrollos urbanos, turísticos, contaminación y sobreexplotación


Por Ricardo Cerón y Natalia Gómez / El Universal / GDA



El gobierno mexicano no cuenta con una estrategia nacional para afrontar las consecuencias del cambio climático en ecosistemas como los manglares. La situación preocupa a los especialistas, ya que además de perder estas barreras naturales -que protegen a las poblaciones costeras contra huracanes e inundaciones- la situación implicaría deterioro ecológico, aumento de temperatura a nivel local y pérdida de humedad.
El director de conservación de los ecosistemas del Instituto Nacional de Ecología (INE), Edward Peters Recagno, dice que sólo existen números acerca de cuánto se han afectado estos ecosistemas, pero que no hay un estudio a nivel nacional que indique cómo han sido perjudicados específicamente por el cambio climático. “Sólo hay investigaciones incipientes en algunos estados de la República”, dice.
Se calcula que en México existen 660 mil hectáreas de manglares, pero el gobierno federal aplica un plan de recuperación sólo en 15,000 de ellas, lo que representa el 2% del total de la superficie.
En territorio mexicano, el manglar ha desaparecido en un 35% en el último siglo y cerca del 90% de las extensiones que quedan se encuentran con cierto grado de deterioro.
Monitoreos realizados por investigadores de la Universidad Veracruzana advierten que las comunidades más afectadas por inundaciones tras el paso del huracán Dean, en agosto pasado, fueron las que mayor destrucción de manglares han registrado en los últimos años, como Tamiahua, Tuxpan y Boca del Río, municipios de la zona veracruzana.
De acuerdo con Amparo Martínez Arroyo, secretaria académica del Centro de Ciencias de la Atmósfera de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), si una fuerte onda de agua proveniente del mar se encuentra con un manglar de unos 200 metros de extensión, esta ola disminuirá en un 75% su fuerza al llegar a tierra; de lo contrario, dañará lo que encuentre a su paso.
El 62% de este ecosistema se encuentra en el área del Golfo y el Caribe, y el 38% restante en el Pacífico, siendo Campeche el estado con mayor extensión de este recurso natural, seguido de Sinaloa (96,159 hectáreas) y Yucatán (85,930).
Cada año, México pierde 22 mil hectáreas de manglares a consecuencia de desarrollos urbanos, turísticos, contaminación y sobreexplotación. De continuar con esta destrucción para el año 2025, la mitad de este ecosistema habrá desaparecido.
Estas cifras se agudizarán a consecuencia del cambio climático, fenómeno que ocasiona un incremento anual en el nivel de los océanos de 3.3 milímetros, y originará una invasión de agua salina en los manglares y, por ende, la destrucción de gran parte de ellos.
Daño a la pesca
Para Ernesto Arias, adscrito al Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav) Mérida, la destrucción de manglares podría acabar también con gran parte de la industria pesquera del país y afectar seriamente la barrera de corales del Caribe, la segunda más grande en el mundo.
Especies de alto valor comercial como el camarón, ostión, jaiba, cangrejo, róbalo, mojarra, mero y lisa, entre otras, tienen su ciclo de reproducción en los manglares, ecosistema que le sirve de refugio durante sus primeras semanas de vida, por lo que su supervivencia estaría amenazada en la región.
Además de la pesca, diversas actividades económicas se verían severamente afectadas porque de este tipo de bosque se obtienen las materias primas para fabricar papel, carbón, pegamentos y aceites.
Su importancia económica es tal, que el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), considera que el costo por hectárea de manglar oscila entre 200,000 y 900,000 pesos.
Sin embargo, durante décadas en México, los desarrollos turísticos pudieron adquirir una hectárea de manglar por menos de 10,000 pesos, lo que propició la rápida urbanización de las costas mexicanas, hasta que en febrero pasado se hicieron reformas a la Ley General de Vida Silvestre.
Esta ley es, desde el punto de vista de investigadores mexicanos, un ejemplo internacional de protección de manglares; sin embargo, en caso de permitirse la creación de desarrollos sustentables en estas zonas, como lo piden algunos empresarios y gobernadores, México correría la misma suerte de España, país que ahora gasta millones de euros cada año para aminorar el impacto ambiental en sus litorales y recuperar decenas de kilómetros de playa, al tener 50% de sus costas urbanizadas
Ernesto Arias advierte que en España se ha llegado al extremo de derribar complejos turísticos para salvar en parte los daños provocados por las cadenas de hoteles, muchas de las cuales hoy piden que se pueda seguir construyendo en zonas de manglares en México.
Más calor, menos humedad
Para Blanca Cortina y Alonso Sánchez, investigadores de la Universidad Veracruzana, la destrucción de mangle, además del deterioro ecológico, provocaría un aumento de la temperatura a nivel local, porque se pierde humedad, por lo que el cambio climático se agudizará en esas regiones.
Similar a otras plantas y árboles, estos ecosistemas funcionan como pulmones del medio ambiente porque producen oxígeno y capturan el bióxido de carbono (CO2). En contraparte, su destrucción provoca emisiones de metano, a consecuencia de la biomasa que queda en descomposición.
A partir de diversas investigaciones realizadas en territorio nacional se descubrió que los manglares en los estados de Campeche y Tabasco son los que mayor riesgo corren de ser destruidos, tanto por la actividad petrolera como por ascenso en el nivel del mar, opinó Amparo Martínez Arroyo.
En el estudio Vulnerabilidad ante el Cambio Climático, realizado por el Instituto Nacional de Ecología (INE), se señala a la desembocadura del río Bravo en Tamaulipas; la laguna de Alvarado y el curso bajo del río Papaloapan en Veracruz; el complejo deltaico Grijalva-Mexcapala-Usumacinta en Tabasco; los Petenes en Yucatán y las Bahías de Sian Ka´an y Chetumal en Quintana Roo, como las principales zonas en riesgo ante el posible ascenso de los niveles de las aguas oceánicas.
Investigaciones alrededor del mundo revelan que las aguas de los mares han incrementado en aproximadamente 15 centímetros su nivel en los últimos 100 años, por lo que las regiones bajas son muy susceptibles a inundaciones si pierden sus barreras naturales.
Al ser bajas y arenosas, con menos de un metro sobre el nivel del mar, las costas del Golfo y del mar Caribe son muy vulnerables a inundaciones ante el ascenso del nivel del mar, principalmente en la región de Tabasco.
El grupo ambientalista Greenpeace advierte que casi 50% de la costa del Golfo de México es susceptible a un aumento del nivel del mar. Incluso en algunas zonas dicho ascenso llegará a cubrir hasta 40 kilómetros tierra adentro, sobre todo por la destrucción de manglares.

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