
Una antigua mina de diamantes en la Reserva Indígena Roosevelt, que el gobierno aceptó cerrar para proteger el suelo de la zona.
Con el alza de la temperatura, el corazón de la Amazonia podría quedar convertido en una sabana.
Por O Globo / GDA
Si se mantienen las tasas globales de emisiones de gases, la temperatura en la Amazonia puede aumentar hasta 8 grados y, a partir del 2050, el centro de la selva será transformado en 600,000 kilómetros cuadrados de sabana. El pronóstico forma parte del escenario trazado por el estudio Cambios Climáticos Globales y sus Efectos sobre la Biodiversidad, divulgado por el Ministerio del Medio Ambiente de Brasil.
Según el estudio, si nada fuera hecho para revertir la situación de deforestación y emisión de gases tóxicos en Brasil y en el mundo, la temperatura media del país podría aumentar en 4 grados hasta 2100. En la Amazonia, ese aumento pudiera ser de 8 grados.
El estudio fue coordinado por el científico José Marengo, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) e integrante del Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés).
Así como en el resto del planeta, los cambios climáticos en Brasil también son causados por la acción humana. Los principales factores son la deforestación, el aumento de las quemas de selva tropical y la quema de combustibles fósiles. La deforestación de la Amazonia es responsable por un 75% de las emisiones brasileñas, que colocan al país entre los cinco mayores emisores de bióxido de carbono en el mundo.
Si se mantienen las tasas globales de emisiones de gases, la temperatura en la Amazonia puede aumentar hasta 8 grados y, a partir del 2050, el centro de la selva será transformado en 600,000 kilómetros cuadrados de sabana. El pronóstico forma parte del escenario trazado por el estudio Cambios Climáticos Globales y sus Efectos sobre la Biodiversidad, divulgado por el Ministerio del Medio Ambiente de Brasil.
Según el estudio, si nada fuera hecho para revertir la situación de deforestación y emisión de gases tóxicos en Brasil y en el mundo, la temperatura media del país podría aumentar en 4 grados hasta 2100. En la Amazonia, ese aumento pudiera ser de 8 grados.
El estudio fue coordinado por el científico José Marengo, del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (Inpe) e integrante del Panel Intergubernamental de Cambios Climáticos de la ONU (IPCC, por sus siglas en inglés).
Así como en el resto del planeta, los cambios climáticos en Brasil también son causados por la acción humana. Los principales factores son la deforestación, el aumento de las quemas de selva tropical y la quema de combustibles fósiles. La deforestación de la Amazonia es responsable por un 75% de las emisiones brasileñas, que colocan al país entre los cinco mayores emisores de bióxido de carbono en el mundo.
El informe es igualmente alarmante en relación al nivel del mar, que tiende a aumentar 40 centímetros por siglo. Cerca de 42 millones de brasileños que viven en la zona costera podrían ser afectados por el avance del océano Atlántico. Río de Janeiro -uno de los principales puntos turísticos del país- es una de las ciudades más vulnerables.
El estudio muestra que una elevación de 40 centímetros en el nivel del Atlántico podría hacer desaparecer 100 metros playeros en el norte y en el nordeste. Otra consecuencia sería la destrucción de puertos y la falla en las redes de alcantarillado.
Habrá también una disminución en el caudal de los ríos debido a la evaporación, causada por el calentamiento del aire y la reducción de las lluvias. En algunas regiones, la generación de energía hidroeléctrica, que hace que en Brasil haya una de las matrices energéticas más limpias del planeta, podría verse comprometida. Además, el aumento de la temperatura puede afectar la biodiversidad del país, una de las mayores del mundo.
De 1961 al 1990, Brasil registró una temperatura media de 77 grados. Hasta el fin del siglo, esa media puede llegar a 84.9 grados, según los pronósticos del estudio gubernamental. En el nordeste, el aumento puede variar de 2.2 grados a 4 grados. Los habitantes del interior norteño sufrirán el mayor impacto del caos climático en el país.
La región nordeste es señalada como una de las más vulnerables del país por el meteorólogo Carlos Nobre, del Centro de Previsión del Tiempo y Estudios Climáticos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (CPTEC/Inpe). De mantenerse la tendencia actual, la región se convertirá en un semidesierto, lo que hará inviable la agricultura de subsistencia, de la cual dependen hoy entre 7 y 8 millones de personas.
Si la temperatura sube 5.8 grados hasta el fin de este siglo, por ejemplo, proyección más pesimista hecha por el IPCC, la alimentación básica del brasileño estará amenazada, en particular la pareja más famosa del país: la combinación de frijoles con arroz.
La producción anual de arroz en Brasil será reducida en un 41%, pasando de 12 millones de toneladas a 7 millones. En el caso del frijol, la cosecha caerá de 3.5 millones a 2.7 millones de toneladas, un descenso del 23%. Esa previsión forma parte de otro estudio realizado en conjunto por la Embrapa (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria) y la Unicamp.
Para el científico británico James Lovelock, autor de la teoría de Gaia, que cree que la tierra es un organismo vivo, la consecuencia de los cambios climáticos para Brasil será un cambio de sus ecosistemas naturales de selvas tropicales a sabanas y desiertos. Según él, el país, así como el resto del mundo, debe estar preparado para adaptarse a esos cambios.
El estudio muestra que una elevación de 40 centímetros en el nivel del Atlántico podría hacer desaparecer 100 metros playeros en el norte y en el nordeste. Otra consecuencia sería la destrucción de puertos y la falla en las redes de alcantarillado.
Habrá también una disminución en el caudal de los ríos debido a la evaporación, causada por el calentamiento del aire y la reducción de las lluvias. En algunas regiones, la generación de energía hidroeléctrica, que hace que en Brasil haya una de las matrices energéticas más limpias del planeta, podría verse comprometida. Además, el aumento de la temperatura puede afectar la biodiversidad del país, una de las mayores del mundo.
De 1961 al 1990, Brasil registró una temperatura media de 77 grados. Hasta el fin del siglo, esa media puede llegar a 84.9 grados, según los pronósticos del estudio gubernamental. En el nordeste, el aumento puede variar de 2.2 grados a 4 grados. Los habitantes del interior norteño sufrirán el mayor impacto del caos climático en el país.
La región nordeste es señalada como una de las más vulnerables del país por el meteorólogo Carlos Nobre, del Centro de Previsión del Tiempo y Estudios Climáticos del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (CPTEC/Inpe). De mantenerse la tendencia actual, la región se convertirá en un semidesierto, lo que hará inviable la agricultura de subsistencia, de la cual dependen hoy entre 7 y 8 millones de personas.
Si la temperatura sube 5.8 grados hasta el fin de este siglo, por ejemplo, proyección más pesimista hecha por el IPCC, la alimentación básica del brasileño estará amenazada, en particular la pareja más famosa del país: la combinación de frijoles con arroz.
La producción anual de arroz en Brasil será reducida en un 41%, pasando de 12 millones de toneladas a 7 millones. En el caso del frijol, la cosecha caerá de 3.5 millones a 2.7 millones de toneladas, un descenso del 23%. Esa previsión forma parte de otro estudio realizado en conjunto por la Embrapa (Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria) y la Unicamp.
Para el científico británico James Lovelock, autor de la teoría de Gaia, que cree que la tierra es un organismo vivo, la consecuencia de los cambios climáticos para Brasil será un cambio de sus ecosistemas naturales de selvas tropicales a sabanas y desiertos. Según él, el país, así como el resto del mundo, debe estar preparado para adaptarse a esos cambios.
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